En esta novela se explora el mundo prehispánico a partir de la vida de un joven que se enamora y que casi está a punto de perder a su amada debido a la rigidez religiosa y social de su tribu; perteneciente él a la casta sacerdotal, descubre información muy valiosa contenida en los quipus que su abuelo recordaba, ubicaciones de tesoros cargados de oro que en realidad en aquellos momentos no valían nada comparado con el amor de y hacia dicha mujer. Las cosas parecieran de momento complicarse más cuando una belicosa tribu vecina captura a nuestro héroe, pero entonces un fenómeno volcánico se convierte en su libertador de toda prisión que le estaba impidiendo la cercanía a su amor, con quien comienza en libertad. Todo lo anterior corresponde a la primera dimensión de la obra. En la segunda dimensión de la novela, contemplamos a un joven debilucho que tras su encuentro con un sabio anciano conocedor de los secretos antiguos, encuentra su fortaleza y el propósito de su vida, tan sólo para darse cuenta que intereses nefastos intentan explotar su conocimiento para su propio beneficio y en demérito de los suyos, por lo que recurre a la ayuda de su profesor y de su compañero favoritos. Finalmente, en la tercera dimensión de esta historia, nos encontramos con el propio autor quien, celebrando el centenario de su educador y escritor favorito: Juan José Arreola, a quien le presentara cuando vivía este trabajo, intenta seguir los consejos de su maestro mediante el confabularse con el lector solicitando su participación mental para la prosecución de su obra, tanto en los aspectos contemporáneos de la segunda dimensión antes mencionada, así como aquellos de su primera dimensión. Por lo tanto, para esta obra todo cuenta, desde el "Prólogo" hasta el "Epílogo" del autor. Para este trabajo se hicieron consultas históricas, y como se mencionaba antes, se trata de un proyecto que ha permanecido en la mente del autor, y en sus hojas antiguas escritas con máquina de escribir, para finalmente ser desenterrado y llevado por primera vez a los más modernos dispositivos electrónicos, logrando con ello que otros ojos aparte de los del autor se claven en esta novela prehispánico-contemporánea que seguramente los intrigará de principio a fin. Se incluyen dos fragmentos de las obras de Arreola; además, la frase que acompaña a la dedicatoria era una de las que Arreola mismo le enseñara a su autor como base para uno de sus propios textos.