About the Book
Del sentimiento trágico de la vida en los hombres y en los pueblos, conocida usualmente como "Del sentimiento trágico de la vida", es uno de los más destacados ensayos filosóficos de Miguel de Unamuno, publicado en 1913. Bajo la influencia de Søren Kierkegaard y de san Ignacio de Loyola, entre otros, quien fuera eximio rector de la Universidad de Salamanca hace una profunda incursión en la problemática existencial del hombre contemporáneo. La Santa Sede llegaría a prohibir a los católicos, veinte años después de la muerte de su autor, la lectura del libro. Ocurrió en el final del papado de Pío XII en que, mediante decreto del Santo Oficio de 23 de enero de 1957, se incluía la obra en el Index librorum prohibitorum junto con el ensayo La agonía del cristianismo, también de Unamuno. La colisión entre el pensamiento científico, incapaz de dar un sentido a la vida, y la moral religiosa carente de justificación personal provoca en Unamuno la cuestión urgente del sentido de la existencia. El antagonismo irreconciliable entre el corazón y la razón, entre el todo y la nada, lleva a Unamuno al abismo de la desesperación, donde el hombre debe luchar siguiendo el ejemplo vitalista de Don Quijote, cuya fe se basa en la incertidumbre. Abordar la lectura de "Del sentimiento trágico de la vida" no es fácil. No lo es por la profundidad de las reflexiones que plantea Unamuno ni lo es por la cantidad de referencias de todo tipo (filosóficas, religiosas, literarias...) que el que fuera rector de la Universidad de Salamanca recoge y comenta. Sí lo es, en cambio, por el lenguaje que utiliza: Unamuno se dirige al lector de tú a tú, le increpa, le invita a imaginar determinadas situaciones, le reta a reflexionar junto a él, le invita a seguir el camino de pensamiento que él va recorriendo. Y lo hace de un modo llano, sencillo, con apelaciones directas, algún chascarrillo y con un lenguaje coloquial que, sin embargo, se vuelve técnico y especializado cuando desgrana algunas de las corrientes de pensamiento más importantes de la historia de la humanidad. Unamuno parte de la base de concebir el hombre como ser individual (no como el ser objetivo o generalizado de las explicaciones teóricas, sino como el ser humano concreto e individual, con sus sentimientos y sus preocupaciones) para abordar cuestiones relacionadas con la filosofía o la religión, dos de las grandes preocupaciones del escritor. Concede importancia al sentimiento frente a la razón y reflexiona sobre la eterna lucha que uno y otra mantiene en cada hombre. Una lucha angustiosa y trágica pero vital. Fe, vida y razón se necesitan mutuamente, explica el filósofo, para su propia subsistencia; concibe el sentimiento y la razón como dos enemigos en constante disputa, pero que no existirían si alguno se llegase a retirar de la batalla. A la vista está, pues que, en este ensayo, Unamuno defiende al valor del sentimiento, muchas olvidado por las corrientes filosóficas, científicas, literarias o religiosas, que conceden mayor importancia a la razón. Su apuesta por el sentimiento es una apuesta, en el fondo, por la lucha de la que hablábamos antes, por la duda, la incertidumbre, características fundamentales de la vida de cada ser humano. Pero, para Unamuno, la duda, la incertidumbre, adquieren un matiz positivo. De la enfermedad nace el progreso, dice el filósofo; la vida es tragedia y la tragedia, vida. "Del sentimiento trágico de la vida" es, en realidad, un gran compendio de buena parte del pensamiento occidental. Desde la ciencia, a la psicología, pasando por la filosofía, el arte o la religión tienen cabida en sus páginas. Unamuno realiza una excelente labor de síntesis que le permite viajar a través del tiempo, recogiendo algunas de los principales hitos de la cultura occidental. Gran parte de la dificultad que presenta la obra es precisamente ésta: la mera referencia, el esbozo en el mejor de los casos, de un sinfín de teorías y cor