Este libro está destinado para todos aquellos que consideran que el mundo requiere un cambio y que todos podemos ser parte de este. En algunos casos desconocemos cómo vincularnos, por lo que el contenido está estructurado para definir lo que es la conciencia partiendo desde lo individual, puesto que, antes de desear ayudar o contribuir, primero debemos estar en equilibrio con nosotros mismos.

Carlos Carmona hace un recorrido desde las bases que conectan con nuestra conciencia como lo son nuestros pensamientos, la espiritualidad y el cuidado de nuestro cuerpo, estableciendo así una coherencia para luego dirigirnos a una conciencia colectiva en pro del aporte, la contribución, el bienestar individual y colectivo para una mejor humanidad, un mejor planeta y una humanidad consciente.

El autor establece y sugiere acciones para involucrarnos que van desde nuestra cotidianidad, considerando las decisiones, los pensamientos, los actos y los comportamientos diarios.

Luego de abarcar y solucionar los asuntos que nos afectan y sobre los cuales todos formamos parte activa cada día, define lo que es el equilibrio y cómo sería una humanidad consciente, con prioridades diferentes a las que nos enfrentamos hoy día. Para poder llegar a esta, todos tenemos la responsabilidad de involucrarnos y ser parte del cambio y de la transformación, la cual está a nuestro alcance ahora mismo, desde nuestra posición, desde donde nos encontramos.

No hay que esperar el actuar de unos pocos: depende de todos nosotros el alcanzar una evolución humana y consciente de nuestro ser y del planeta.

Fragmento del primer capítulo.

"Nuestra conciencia nos impide relacionarnos con el ego o, si lo hacemos, nos permite ser conscientes de esa relación, la cual no es más que una ilusión sin sentido, porque nuestro paso por la tierra es tan momentáneo y fugaz en relación con la eternidad que somos. No vale la pena desperdiciar los años o el tiempo que estamos en nuestro cuerpo para darnos cuenta al final que ese no era el rumbo y que estuvimos actuando equivocadamente, siguiendo solo la ilusión y no aquello en lo que debimos haber asignado nuestra atención, nuestra conciencia.

Si bien todo evoluciona y se mueve con naturalidad, cuando nos sentimos parte del todo, comprendemos que nuestro crecimiento, el crecimiento de un árbol, el vuelo de un ave, el nadar de un pez, el movimiento de las olas, de la tierra o del universo, suceden en diferentes circunstancias o etapas de la vida. Lo cual fluye con naturalidad, sin esfuerzo, [...] todos contamos con lo necesario para vivir: oxígeno, capacidad para pensar y crear, y seres con los cuales compartimos. Solo debemos dejarnos fluir y dejar a un lado las expectativas, sobre todo si son solo para beneficio propio. Debemos impedir que nuestros pensamientos nos dominen, que nuestras emociones y sentimientos nos atrapen: la conciencia debe estar presente todo el tiempo. Pero, a la vez, también debemos comprender que somos responsables de nuestros actos porque ellos determinan nuestros resultados, nuestro impacto; así que, si nuestros deseos provienen de la conciencia, habrá paz, tranquilidad, amor, sabiduría, confianza y seguridad. Si bien no todo sale con resultados determinados, sí forman parte del proceso por el cual estamos aquí.

[...] No creo que haya niveles de conciencia, sino más bien niveles de atención para conectarnos con ella y esto depende de nuestra conexión interna, de nuestras prioridades y de la asignación consciente de nuestros actos, es decir, si permitimos que nuestra conciencia se manifieste en cada uno o no."