La clase política que gobernó al país durante los últimos 40 años de democracia, generó injusticia social, preocupándose sólo por obtener la mayor cantidad de beneficios para ellos y para su entorno inmediato, sin pensar en un plan de nación sustentable, y dotado de continuidad en el tiempo. Esto provocó una situación en la que las grandes mayorías se vieron afectadas, lo que provocó un estado de descontento y de inconformidad. Después del auge petrolero de los años 70, la economía venezolana se fue debilitando paulatinamente debido a las numerosas deudas que habían contraído los diferentes gobiernos, el galopante aumento de los índices inflacionarios, la creciente escasez de alimentos y los altos precios de los artículos de primera necesidad, dejaban en jaque a las clases menos favorecidas. El 4 de diciembre 1988, los venezolanos, esperanzados, eligen por segunda vez, a Carlos Andrés Pérez como su nuevo Presidente. Pero, producto de las medidas económicas impuestas por el gobierno, el 27 de febrero de 1989, surgió en Caracas un fuerte movimiento popular de protestas, en rechazó a las medidas económicas impuestas por el recién electo presidente. Fue el célebre Caracazo, cuyo balance final fue un enorme número de muertos y de heridos, cuyas cifras definitivas, aún se desconocen. Luego, en 1992, vendrían dos fallidos intentos de golpe de Estado contra el mismo gobierno de Carlos Andrés Pérez. Varios años después, Hugo Chávez, uno de los oficiales que encabezó una de las fracasadas intentona militar de derrocar al gobierno de Pérez, recibió el beneficio del perdón, otorgado por el presidente de aquel entonces, Rafael Caldera. Luego, aprovechando el impulso mediático que le había otorgado su fracasada aventura, y estimulado por aprovechados oportunistas políticos, se lanza al ruedo político alcanzando llegar a la presidencia de Venezuela. Hugo Chávez, el hombre que impulsó el llamado "Socialismo del siglo XXI", llegó al poder gracias al cansancio de una sociedad abrumada por la corrupción y falta de eficiencia de los llamados gobiernos democráticos que fueron incapaces de establecer las condiciones mínimas que permitieran el desarrollo socio económico de la población venezolana, donde los hijos de esta gran nación actuasen con verdadero amor por nuestra patria, con deseos de desarrollo y superación individual debido al esfuerzo propio, que a su vez redundaran positivamente en el desarrollo y engrandecimiento de la nación venezolana. Por desgracia, el presidente Chávez, una vez que llegó al poder con la bendición de un pueblo que confió en su palabra y en su mensaje, lentamente se fue desprendiendo de aquel cuadro inicial de gerentes y personalidades con que se rodeó al comienzo de su gestión, y se fue rodeando de un grupo de elementos ávidos de poder y de figuración, con gran capacidad de adaptación y fácilmente manipulables, pero también sagaces, que comenzaron a alimentar la egolatría y la vanidad imperante en la figura presidencial. De este grupo de asistentes y supuestos asesores, algunos eran fichas recién llegadas al proyecto chavista, pero que anteriormente habían sido beneficiarios de los defectos y virtudes de los llamados gobiernos democráticos de la IV república, mientras que otros provenían de las filas de izquierdistas agitadores de la violencia. Entre todos, le permitieron a Chávez enfocar los recursos de la República en el desarrollo de su proyecto político que pasaba por el control absoluto de los poderes del Estado, y la promoción de su visión política a nivel internacional, buscando asumir un liderazgo mundial antes de asumir su papel de Jefe del Estado venezolano. Después de aquella elección, los venezolanos hemos tenido que soportar el mandato de un monstruo creado por la irresponsabilidad de nuestra clase política, de nuestra propia miopía y de nuestra propia inmadurez democrática, al elegir a un hombre que había pasado