¿Crees que tras el diagnóstico de un cáncer avanzado a los 25 años se te ha terminado la vida? ¿Y después de escuchar la palabra metástasis? ¿Y si le añadimos que no pueden realizarte la operación que supuestamente iba a alargarte la vida? ¿Si a los 27 años te dicen que te quedan meses de vida y te sugieren que adelantes tu boda si quieres llegar a ella? Pues esto es lo que me ha ocurrido a mí. Tengo 36 años y sigo aquí. Los motivos, los desconozco. Pero aquí estoy. No ha sido un camino fácil, está claro. Después de "superar" el primer cáncer de colon pensé que ya lo había entendido todo de la vida. Tenía que disfrutarla y poner mis prioridades por encima de todo. Pero no fue suficiente. Dos años después me diagnosticaron metástasis y me pregunté ¿Por qué a mí? ¿Otra vez? Si yo ya había aprendido la lección. Estuve unos días sin aceptar mi nueva situación, pero rápidamente cambié por completo. La manera de ver y afrontar los problemas, la alimentación, mis pensamientos y mi estilo de vida. De preguntarme ¿Por qué a mí? Pasé al ¿Para qué a mí? Y, lo más importante fue preguntarme ¿Por qué quiero continuar aquí? Entendí que la recaída era un aviso de que no estaba haciendo bien o, mejor dicho, me lo tomé como una amenaza. Necesitaba un cambio para que no se volviera a repetir. Pasé a ser una paciente activa, a leer libros que me guiaran a conseguir mi sueño. Otro fuerte golpe fue cuando me desperté de la cirugía y me dijeron cuál era mi pronóstico de vida y que además el cáncer estaría dentro de mi cuerpo para siempre. Fue entonces cuando me di cuenta de que no tenía sentido luchar contra mí misma ni contra algo que estaba dentro de mí organismo. Entendí que no tenía que luchar, si no aceptar la nueva realidad y que no se trataba de una guerra, teníamos que reconciliarnos y vivir con respeto mutuo. Acepté que podía quedarme poco tiempo de vida, pero decidí vivirlo como si cada día fuera el último. Veía que iban pasando los días, sin embargo, cada vez me encontraba mejor. Estaba esperando el día que llegara mi muerte, pero superé aquellos meses y cada vez estaba más feliz, estaba superando un reto y eso me motivaba todavía más a seguir adelante. No voy a explicar más detalles de mi relación con la enfermedad, lo encontraréis todo en el libro. Me prometí que si superaba ese pronóstico, explicaría lo que había hecho para intentar ayudar y motivar a la gente que estuviera en condiciones parecidas a la mía. Y aquí tenéis el resultado Cáncer: la penúltima palabra. Una historia de resiliencia, de superación, de confianza en uno mismo, de tener fe, de no perder la esperanza y de aceptar la realidad, por muy dura que sea. De aceptar las estadísticas médicas con base científica y convertirlas en el reto de su vida, deseando ser ese 1%, esa excepción que confirma la regla. Una historia en la que paso de ser una niña mimada y caprichosa a la que no le falta de nada a ser una mujer responsable que daría todo lo que tiene para descubrir el antídoto que pueda curar lo incurable. Una mujer responsable de sus actos y de sus decisiones, sabiendo que lo que estaba en juego era su vida y que algunas decisiones tomadas no tendrían vuelta atrás. Una mujer que decide tomar las riendas de su vida para quedarse aquí con los suyos. A veces impetuosa, a veces rebelde. Pero como buena Aries, pionera, aventurera y energética. Luchando para conseguir mis objetivos. Espero que este libro pueda llegar al máximo de personas posibles y así poder darles un rayo de luz en momentos duros.

Con prólogos de Odile Fernández y Carla Zaplana. La historia va acompañada del curso clínico.