Todos tenemos nuestra propia definición sobre lo que es el "perro ideal". Podría ser un Pastor alemán o un perro Policía, aunque para algunos, sin embargo, es el Sabueso que trepa encima del equipaje en el aeropuerto y es capaz de encontrar el contrabando oculto. Quizá es, también, el chucho común, cruzado sabe Dios con quién, pero que ha sido entrenado para ayudar a su dueño cuando está en peligro, para atender al bebé que está llorando, o ladrar cuando alguien extraño llega a la puerta. ¿Existe verdaderamente una diferencia entre estos perros? A pesar de sus diferencias, ellos son todos perros útiles al hombre, animales que pueden aportar su propio trabajo y compañía, en ocasiones mejor que otro ser humano. Desde que el Hombre notó que el perro podía correr más rápidamente que él, oír mejor, morder más fuerte, y seguir un sendero invisible pero lleno de olor, el perro ha encontrado una gran variedad de trabajos para desempeñar, tan dispares como el Sabueso que encuentra a un niño perdido, o como el Corgi que reúne a un gran rebaño de ovejas. Aquellos que defienden que "ningún perro debe explotarse para nuestro propio uso...", deberían meditar antes sus palabras y ver la cara de felicidad de los perros cuando se saben útiles a su amo y el placer que sienten cuando su misión en la vida es algo más que comer, dormir y aburrirse. El perro no es diferente al ser humano en lo esencial y también necesita trabajar, ejercitar sus habilidades y ser aplaudido por ellas, lo que le incita a aprender un poco más cada día. No es una relación de "Sirviente a su Amo", sino el sentido exacto de lo que entendemos como "Sociedad", en este caso formada por humanos y animales. Estas referencias son las que hacen que los perros realmente se hayan ganado el título de "el mejor amigo del hombre", y amigo no es lo mismo que lacayo o esclavo. Hoy, aunque el perro es uno de los animales domésticos más habituales en las casas, lo que ellos hacen, y en ocasiones por qué lo hacen es, para la mayoría de las personas, un misterio. El perro que es capaz de cerrar una puerta que no debe estar abierta, que permanece horas y horas esperando el regreso de su amo sin protestar, lo mismo que aquél que recibe alborozado a todos los miembros de la familia, incluso aquellos a quienes hace meses no había visto es, ante todo, un ser tan complejo emocionalmente como el ser humano. Pero al perro no se le permite ser justo; solamente ha de ser obediente. La sociedad moderna lo requiere, y si usted tiene un perro, su seguridad y tranquilidad personal lo exige así. Debe entrenarle para convertirle en un miembro disciplinado y eficaz en su casa, puesto que en caso contrario nadie disfrutará de su presencia. Afortunadamente, educar a un perro lleva menos trabajo que hacerlo con un humano y, además, una vez aprendida la lección ya no la olvida nunca.