About the Book
Los cuentos de Ignacio Aldecoa reunidos en un solo volumen. «Ignacio era un narrador de raza. Para él, contar historias era una manera de vivir. Contarlas del modo más eficaz y con el lenguaje más bello y expresivo, la meta a la que le conducían su talento, su esfuerzo y su voluntad apasionada de perfección. Ignacio admiraba profundamente a Stevenson. Y solía contar cómo los indígenas de la isla de Samoa habían grabado un hermoso epitafio en la tumba del escritor: -Aquí yace Tusitala, el narrador de historias.. Luego, Ignacio se quedaba pensativo un instante y añadía: -Así es como me gustaría que me recordaran: Ignacio Aldecoa, el narrador de historias-. Y sonreía. Porque Ignacio tenía una forma risueña de decir las cosas en las que creía seriamente. Detestaba la solemnidad, rechazaba la pedantería y le gustaba pasar levemente sobre los asuntos graves: la brevedad de la existencia, la inaceptable injusticia de nacer para morir, la muerte misma.».-Josefina R. AldecoaENGLISH DESCRIPTION
Ignacio Aldecoa's complete short stories compiled together in one volume.
"Ignacio was an innate narrator. For him, telling stories was a way of life; he loved to tell them with the most beautiful and meaningful language. That was his goal, that was what his effort and his passionate will for perfection aimed for.
Ignacio deeply admired Stevenson. He used to remember how the natives of the island of Samoa had inscribed a beautiful epitaph on the writer's grave: "Here lies Tusitala, the storyteller". Then, Ignacio would think for a moment and add: "This is how I would like to be remembered: Ignacio Aldecoa, the storyteller".
He would smile, because Ignacio had a funny way of saying the things he seriously believed in. He loathed somberness, rejected smugness, and liked to take on serious matters in a light-hearted way, things like: the brevity of our existence, the unacceptable injustice of being born only to die, and death itself." - Josefina R. Aldecoa
About the Author:
Ignacio Aldecoa Isasi: (Vitoria, 1925 - Madrid, 1969) fue un escritor español, de amplia e intensa producción narrativa. Estudió Filosofía y Letras en las universidades de Salamanca y Madrid, donde trabó amistad con Sánchez Ferlosio, Martín Gaite, Fernández Santos y otros jóvenes que formaron el futuro plantel de la narrativa de los cincuenta. Aunque se inició como poeta (
Todavía la vida, 1947;
El libro de las algas, 1949), pronto se dedicó al cultivo del cuento -género del que fue sin duda un maestro- y la novela.
Su novelística, reducida a cuatro títulos, es parte de un vasto proyecto consistente en tres trilogías que debían de abordar, respectivamente, el trabajo del mar, el trabajo de las minas y el mundo de los guardias civiles, los gitanos y los toreros. De todo ello la muerte sólo le permitió escribir una parte de la primera,
Gran sol, de 1957, que trata de la pesca de altura, y dos de la última:
El fulgor y la sangre, de 1954, sobre la vida cotidiana de una pequeña guarnición de la guardia civil, y
Con el viento solano, de 1956, en torno al mundo de los gitanos. Independiente de estas series es la novela titulada
Parte de una historia (1967). A pesar de la crudeza humana de su escritura, de su intensa carga testimonial, Ignacio Aldecoa rehúye el mensaje explícitamente político (en ello se aparta de las propuestas del realismo crítico) y tiende a una ajustada técnica objetivista.
Sus cuentos son fragmentos de vida, historias insignificantes pero dotadas de un gran poder evocador; por su variada temática (los oficios, la clase media, los bajos fondos, las vidas extrañas, el éxodo rural a la ciudad, etc.) configuran un amplio cuadro de comedia humana de nuestra posguerra. Recopilados en 1973 (
Cuentos completos), aparecieron en las colecciones
Vísperas del silencio (1955),
El corazón y otros puntos amargos (1959),
Caballo de pica, de 1956,
Arqueología(1961),
Los pájaros de Baden Baden (1965) y
Santa Olaja de acero (1968).
Aldecoa convirtió en materia novelable su profunda experiencia de los hombres y la difícil tesitura por la que atraviesa España en años particularmente crueles: los posteriores a la Guerra Civil. Guiado siempre por un creciente deseo de objetividad y comprensión de las formas de vida del país y de sus gentes, en especial las más sencillas y sometidas a la injusticia, el novelista le da al conjunto de su obra un sello personal inconfundible: rico, laborioso, con un riguroso sentido de la construcción por lo que hace a las situaciones y una técnica realista de la que sobresale la nota enérgica, teñida invariablemente de poesía y verdad.