El alma de la ciudadCofrades y no cofrades, creyentes y no creyentes, todos Hijos del Dios misericordioso y compasivo, ante todo un saludo franciscano, Paz y Bien. Estamos en las vísperas de la llegada de la Semana Santa, en el que la ciudad entera, Almería, abrirá sus puertas con solemnidad augusta y barroca, transformándose en templos para penetrar en la auténtica hondura del ser de nuestras Cofradías de nazarenos y Hermandades de penitencia, y poder contemplar su esencial espíritu y autenticidad religiosa, del vigor de sus raíces en los Dogmas católicos, de su vitalidad presente y actual, que unidas íntimamente a la Iglesia diocesana como los sarmientos a la vid, convierten la Semana Santa en la más bella oración colectiva que se eleva al Cielo; la oración vivida a pie de calle por todo un anónimo pueblo. Las cofradías no son espectáculo, están fundamentadas teológicamente como una esplendorosa manifestación de nuestra fe y piedad, especialmente, en estos tiempos en los que algunos falsos ideólogos políticos quieren reducirnos a las "sacristías" para no dar a conocer nuestra gloria ante el mundo de la excelsa liturgia procesional de nuestras Estaciones de Penitencia, pasajes evangélicos referentes a la Pasión de Cristo, que brotan en toda su inmensidad Amor y Justicia necesarias para poder comprender el misterio divino del Calvario. En España, la gravedad de esta situación dio lugar al decidirse por parte del Gobierno de la Nación, la declaración del Estado de Alarma, la segunda vez desde que entró en vigor la Constitución de 1978, anteriormente se materializó mediante el Real Decreto 1673/2010, 4 de diciembre, por el que se declaró el estado de alarma para la normalización del servicio público esencial del transporte aéreo con motivo de la huelga de los controladores aéreos. No va a ser un texto para debatir sobre cuestiones sanitarias, ni hacer elucubraciones de carácter político, ni teológico, más bien, para hacer ver a los cofrades y no cofrades, las circunstancias por las que hemos atravesado este año, al no poder percibir en nuestros sentires todo aquello que envuelve la cultura religiosa popular, esa quinto evangelio según el catolicismo popular expresado en los cortejos procesionales, que divulgan de forma plástica la Pasión, Muerte y Resurrección del Hijo de Dios e Hijo del Hombre, Jesús de Nazaret. Centraré mis reflexiones en Almería capital, que podrán ser o no extensibles a otros lugares y a toda la comunidad cofrade de todo el país, especialmente a toda la provincia de Almería, que se ha visto como de un día para otro, un autoritario y prorrogado real decreto ley aprobado en Consejo de Ministros y ratificado por el Congreso de los Diputados ha restringido la libertad de circulación de los ciudadanos, salvo la estrictamente necesaria para poder sobrevivir alimentariamente y aquella otra derivada de determinadas actividades profesionales o laborales, que no fueron suspendidas o paralizadas durante este cansino, pero seguramente necesario, a pesar de que la inactividad laboral nos ha llevado a una dramática situación económica en miles de familias.He notado durante todo este tiempo, que salvo la súper actividad en las redes sociales, las relaciones de acercamiento y encuentro con la necesidad de superar la soledad mental de estos momentos no estuvo a la altura de las exigencias personalísimas, especialmente, acompañando a las personas y familiares en estos procesos, que es una forma de expresa la fe, esa fe que con tanta intensidad se desprende en las Estaciones de Penitencia. Eso sí, escribir muchos artículos diciendo lo que hay que hacer pero poca aplicabilidad en la realidad operativa. Esta inanición pasará factura en nuestras cofradías, cuando las mismas no hayan tenido ni un mínimo correo electrónico o llamada telefónica para ver cómo se encontraban sus hermanos cofrades, a pesar de saber que solo la esperanza en la Providencia, en Dios que n