Las vivencias, opiniones, perspectivas de alguien son tanto más valiosas e interesantes cuando además de desvelar a la persona, reflejan y ayudan a comprender una época, un trozo de la historia.
Monseñor Rosa no sólo ha vivido en una época definitoria de nuestro País e Iglesia, sino que él ha sido protagonista de esa historia, al lado de los Próceres modernos de El Salvador: los tres grandes arzobispos, Luis Chávez y González, Óscar Arnulfo Romero, Arturo Rivera y Damas; al lado de las grandes figuras de la sociedad civil que anhelaron una patria nueva y diferente; al lado del pueblo salvadoreño, trabajador, humilde y creyente.
A ese pueblo lo ha podido escuchar, sentirlo en sus sufrimientos y esperanzas, acompañarlo paso a paso como pastor cercano e itinerante durante decenios en toda la geografía nacional.
Estas memorias, conducidas por el sacerdote y periodista boliviano Ariel Beramendi, amigo del Cardenal gracias a sus múltiples años de servicio en la Santa Sede, nos van llevando desde la vida sencilla y típicamente salvadoreña de la familia Rosa, hasta el encuentro decisivo del seminarista Gregorio Rosa con monseñor Romero. Encuentro que definiría la personalidad y el servicio eclesial del actual cardenal.
Continúan por el ministerio episcopal de monseñor Gregorio al lado del arzobispo Rivera Damas: tiempos de violencia fratricida, de persecución a la Iglesia, de intensas gestiones de paz. Tiempos también de grandes sueños pastorales y de gestos y palabras heroicas queriendo construir una patria nueva.
Las memorias se adentran en la irrupción romeriana. Cuando después de largo letargo, en cinco años se beatifica al Pastor- Mártir, se crea Cardenal a su promotor y amigo y, se canoniza a San Romero de América junto a su Papa preferido - Pablo VI - en la Plaza de San Pedro.