La Constitución de Paraguay de 1992, que reemplazó a la de 1967, marcó un hito importante en la historia política y social del país. Esta nueva Carta Magna fue promulgada en un contexto de cambios democráticos y reformas institucionales, tras largos períodos de autoritarismo. La Convención Nacional Constituyente de 1991-1992, representando al pueblo paraguayo, promulgó esta Constitución con el propósito de fortalecer la democracia y asegurar la protección de los derechos fundamentales de los ciudadanos.
En su preámbulo, la Constitución invoca a Dios y reconoce la dignidad humana, estableciendo como objetivos fundamentales la libertad, la igualdad y la justicia. Resalta el compromiso de Paraguay con los principios de la democracia republicana, que es representativa, participativa y pluralista, y reafirma la soberanía e independencia nacional, además de la integración del país a la comunidad internacional.
La Parte I de la Constitución se dedica a las declaraciones fundamentales, los derechos, los deberes y las garantías. El Título I aborda las declaraciones fundamentales, definiendo a la República del Paraguay como un Estado social de derecho, unitario, indivisible y descentralizado. Este Estado adopta un sistema de gobierno democrático basado en el reconocimiento de la dignidad humana.
Los artículos iniciales establecen principios clave, como la soberanía del pueblo, que reside en la nación y se ejerce conforme a la Constitución. Además, se define el poder público, que el pueblo ejerce a través del sufragio, y se establece un sistema de gobierno con poderes Legislativo, Ejecutivo y Judicial independientes y balanceados, enfatizando la separación, el equilibrio, la coordinación y el control recíproco entre ellos.
Un aspecto notable de la Constitución de 1992 es la abolición de la pena de muerte, en un compromiso con los derechos humanos y la justicia. Asimismo, la creación de la justicia electoral y otras instituciones fortalece la estructura democrática y promueve una mayor participación ciudadana en los procesos políticos.
La Constitución de Paraguay de 1992 representa una evolución significativa hacia una sociedad más democrática y justa, con un firme compromiso con los derechos y libertades fundamentales. Su promulgación fue un paso crucial en el camino del país hacia la consolidación de un sistema político y social más equitativo y representativo.