La Segunda República se proclamó el 14 de abril de 1931, tras el triunfo del Partido republicano en las elecciones municipales del 12 de abril de ese mismo año.
Tras la proclamación de la Segunda República española se creó la Constitución de 1931. Esta fue más avanzada que la Constitución de la Pepa de 1812, en la que se proclamaba el sufragio universal. Por primera vez la mujer pudo votar en igualdad de condiciones que el hombre. Además se aceptaba el catalán, el vasco y el gallego como lenguas cooficiales junto al castellano.
Esta Constitución fue la más laica de las constituciones españolas proclamadas hasta entonces. Defendía la libertad religiosa, de expresión, de reunión, asociación, etc.
Con la proclamación de la República se abolió la Monarquía y se nombró como presidente a Manuel Azaña.
La Constitución de Cádiz y la Constitución de la Segunda República de 1931 son las dos únicas de ruptura radical con el pasado, en la historia constitucional de España.
Todas las Constituciones del siglo XIX, a la excepción de la de Cádiz, que no llegó a entrar en vigor, fueron promulgadas por la propia Monarquía Española. Hasta 1931 España fue básicamente una Monarquía Constitucional.
La Constitución de 1931 revoca los poderes de la monarquía española. En opinión de sus redactores, la democracia como forma política no admite la existencia de un principio de legitimidad que compita con el principio de soberanía popular. El principio monárquico quedó así desterrado temporalmente como forma de gobierno del país.
La presente Constitución de 1931, se borró de la historia de España; con la Guerra Civil y el arribo al poder del general Francisco Franco.