About the Book
Entre toda la gama de facetas que caracterizan a la población humana actual, existe una en particular que le confiere un aspecto distintivo, porque se trata de una condición que tiene la facultad extraordinaria, de homogenizar de igual manera, a todas las naciones del orbe, sin importar su filiación política, su credo, o el nivel alcanzado en su desarrollo socioeconómico e industrial; y es el hecho de que la población humana que envejece en todos los confines del mundo, se está incrementando de manera acelerada, día con día; todas las estadísticas de población estatales, nacionales o globales, registran incrementos en sus números, sobre la prevalencia de los adultos mayores. ¿Cuál será el impacto?, desde luego que ciertas naciones lo habían previsto: así acontece en forma general con todos los países de primer orden, pero de modo muy particular, en las naciones del lejano oriente; aquellos estados han sabido estructurar dentro de su marco de normatividad, legislaciones de carácter humanitario, que respaldan un sinnúmero de necesidades, asegurando la calidad de vida, para sus adultos mayores, y desde luego que en estas naciones, los ancianos tienen un sitio preferencial, con accesibilidad a una vida tranquila y llena de armonía. Pero en las naciones del tercer mundo, incluyendo los países catalogados como emergentes la realidad a la que se someten los adultos mayores es otra; en estos estados con economías vulnerables, la población en su conjunto padece un caudal de necesidades; y la mayoría de las expectativas de largo plazo, terminan como no resueltas; tales administraciones fallidas caracterizadas por la corrupción, inmersas en el eterno despilfarro, aturdidas por la inoperancia extrema, carecen de políticas reales para salvaguardar los derechos humanos, y el bienestar prometido jamás llega a la población en su conjunto, y el sector más abandonado y con mayores riesgos, siempre será el de los adultos mayores; por estas razones en estas latitudes, la carga que llevan a cuesta los ancianos, es mayormente ominosa; y los hombres y las mujeres en edad avanzada, habrán de lidiar permanentemente por el derecho a la seguridad social, por el acceso a los servicios de salud, y por la inclusión en la propia sociedad, en la que pasan desapercibidos, sin ser vistos ni escuchados. Pero a pesar de estas aberrantes condiciones, a los adultos mayores aún les aguarda un cataclismo mayor; ya que muchos de ellos, habrán de someterse al calvario propiciado por el desamor proveniente de sus propios familiares, quienes de manera simple, y en muy diversas formas les abandonan a su suerte: dejándoles desprovistos de todo apoyo básico, moral y material, abandonándolos a su suerte; ante tales circunstancias, la persona de edad avanzada, queda enclaustrada dentro de su propia existencia, bajo un entorno de ostracismo, que se torna cada vez más asfixiante, y donde se verá obligado a aniquilar cualquier aspiración donde pueda desplegar sus capacidades; en ese reducto de vida insano, será constante el ominoso alud de padecimientos que se suceden, y el progresivo deterioro que habrá de propiciar, el triste desenlace final. Pero también existe otra clase de ancianos, hombres y mujeres empoderados, quienes a pesar de la catástrofe, y con tantas vicisitudes a cuestas, conservan todas sus facultades mentales, y son capaces de seguir aportando, a sus familiares en particular, y a la sociedad en general; haciendo patente la riqueza de su experiencia, desplegando un sinnúmero de capacidades, y sembrando las valiosas semillas de su conocimiento adquirido, a las nuevas generaciones; estos adultos mayores ocupan un sitio especial dentro de la sociedad, y hacen que su trato cercano, se convierta en un privilegio de excepción, al constituirse en una maravillosa fuente de virtudes; la sociedad siempre necesitará de ellos, primero por ser la fuente de un entrañable amor para propios y extraños; pero especialmente p