La Península Ibérica se formó hace unos 300 millones de años y le dieron nombre los griegos mucho después, lo mismo que a Europa, a partir del acrónimo de raíz ibérica ëuro (Ebr/'EBRO'. El río Έβρου en realidad quiere decir "caudaloso". Y, como hay también otro río llamado Έβρου en Grecia (Tracia), este nombre pasó a Europa a través de la diosa hija de Fénix llamada Εὐρώπη, "Europa", según el investigador E. Cabrejas. De manera que bro acabó siendo también la moneda europea. En griego la 'ρ' (ro) no es una 'p' sino una 'erre'.
Por la parte oriental y sur de esta península, y desde tiempos inmemoriales, han llegado a ella gentes de todas partes, para asentarse en la misma, tales como iberos, celtas, fenicios, cartagineses, griegos, romanos, godos y finalmente musulmanes, que son los que menos se integraron, menos aportaron a este país y más lo desconfiguraron y, por eso, al final hubo que echarlos. Las consecuencias de su larga estancia aquí, se sienten en demasía todavía: La Hispania griega, visigoda, celta, romana, cristiana, etc., ya nunca más volvió a ser como antes. El rompecabezas se recompuso un poco con la llegada de los repobladores del norte: de lenguas latinas, como las españolas, aunque no siempre pero todas fáciles de asimilar al español, costumbres, religión, leyes, literatura, derecho, justicia, vestimenta, hábitos, trato, moral, alimentación, arquitectura, igualdad entre hombres y mujeres o política.
Todo lo que ya había de sustrato a la marcha de los musulmanes expulsados, fue rápidamente asimilado sin problema alguno y compartido con los habitantes que quedaron y no fueron expulsados a nuestra llegada desde el norte europeo.
En el año 1448 Cocentaina pasó a ser Condado de la mano del rey Alfonso V el Magnánimo que lo creó y se lo asignó a su fiel consejero y capitán, Ximén Pérez de Corella.
Corría el día 19 del mes de abril del año 1520, cuando el icono bizantino (tabla pintada), con una Virgen María con el sobrenombre de Inmaculada Concepción -que presidía la capilla privada situada en el interior del palacio condal de dicha villa- de dicho icono se desprendieron a modo de 'lágrimas' unas gotas de 'sudor'.
El conde no estaba presente en esa misa, andaba de batallas por otras tierras, pero los familiares del mismo y demás personas presentes en la misa, al presenciar el prodigio, rápidamente corrieron la voz por toda la población y se hizo llamar al notario, Sr. Alzamora, para que levantara acta del hecho.
Como los condes titulares de aquel momento, los Corella, decían ser descendientes de los reyes de Navarra y alguno de sus descendientes llegaron al cargo de Virreyes en otros lugares, como Perú, y muchos miembros de esta familia tenían también buena posición social y buenas relaciones fuera de sus orígenes, pronto se consiguió que este acontecimiento llegara más allá incluso de las fronteras de España.
En algunas poblaciones del entorno de esta Villa y Condado se adoptó posteriormente también este icono y su imagen como patrona de sus localidades con el nombre de Mare de Deu del Milacre.
Pero hay más. El mismo Cervantes poseía una copia de este icono que en estos momentos está depositada en su Casa-Museo natal, pero que pertenece al Museo de El Prado de Madrid.
Cervantes en Los trabajos de Persiles y Sigismunda dice de nuestra región:
Cerca de Valencia llegaron, en la cual no quisieron entrar por excusar las ocasiones del detenerse; pero no faltó quien les dijo la grandeza de su sitio, la excelencia de sus moradores, la amenidad de sus contornos, y, finalmente, todo aquello que la hace hermosa y rica sobre todas las ciudades, no sólo de España, sino de toda Europa; y principalmente les alabaron la hermosura de las mujeres y su extremada limpieza y graciosa lengua, con quien sola la portuguesa puede competir en ser dulce y agradable.