About the Book
Novela escrita por un poeta.
Lejos, Centro Juvenil ocurre en muchos tiempos, enlazados siempre, fundamentalmente, a cinco meses dentro de la correccional de menores, donde el vigor de la juventud se ve sometido, al ser arrebatado de una vida llena sólo de goces y amor de las primeras edades, a una realidad dura, como toda realidad, pero encontrándose entre todo ello resuelto a sobrevivir, a encontrarle a la vida un memorable fin.
En Centro Juvenil, sobre todo, se encuentra la amistad; así como no puede estar ajena, como toda vida, al amor. Las historias se entretejen, contadas a un amigo, desde una memoria más bien agonizante, dudablemente lúcida, que narra siempre con algo pendiente, algo olvidado. Agonizante también un cuerpo joven, reducido a una piltrafa, alguna vez vigoroso y cuyo esplendor parecía infinito, dictando irreconocible, su voz jovial y alegre de una vez, las líneas que componen este testimonio de inquebrantable amistad. Alimentada con un tremendo caudal poético, Centro Juvenil contiene, mayoritariamente, los recuerdos amontonados de un poeta frustrado, maldito, de todos los tiempos en los que aprendió a reconocerse como humano, llevado por corrientes a personas de inefable ternura, otorgándole cada una, a su modo, enseñanzas en todos los lugares que compartieron, atesorándolas, sobre lo bueno que es vivir: una vida que, breve, gozó de una intensidad fascinante.
Bados, Unión y Tapayuri coinciden, hilado muy fino por el destino, en una de las muchas generaciones de internos que pasan. Huancayo es el escenario, el Centro Juvenil del Tambo, cuyo frío jamás ninguno logra asimilar del todo. Sus vidas, jamás imaginado, se encuentran juntas, sentados atrás de la reja blanca del patio, hablando de todo lo perdido, lo dejado afuera, esa libertad que los mantuvo desconocidos. La amistad los funde, la amistad los distingue, la amistad logra que cada uno pertenezca a la memoria del otro con especial añoro, con tremenda volvedad.
Contada sólo desde la perspectiva del tercero, el narrador se lamenta de no haber conocido, por el hermetismo de los otros, por el poco tiempo, al no pensar que ya jamás se verían, lo suficiente a quienes, con los años hasta estar postrado, recordaría con el cariño merecido sólo por sentirlos tan afines, tan amigos, hermanos que se han perdido, o que sólo pertenecían al encierro, a ese tiempo. Se lamenta por no poder contar más de ellos, de no poder narrar sólo de lo ocurrido en el Centro, añadiéndole su vida misma pues, moribundo, lega a otro amigo, Franco, los recuerdos más preciados de las personas que amó, y que lo amaron.