Sasha era la mujer perfecta.
Inteligente, bella, joven.
Exótica, educada, tímida.
Una muñequita.
Licenciada en psicología.
Modelo amateur.
Adicta al gimnasio.
Y una melena pelirroja de infarto.
Demasiados pretendientes.
Ningún novio. Ningún amante.
Ella no quería algo casual.
Ella no quería un novio normal.
Ella quería un amo.
Alguien que se convierta en su mundo.
Alguien que la controlara, cuidara.
Educara. Sometiera. Usara. Protegiera.
Alguien con quien olvidarse de todo.
Alguien con quien ser solo su BIMBO.
Su juguete, con todo lo demás hecho.
Decidido por ella.
Con sólo una responsabilidad en la vida:
Complacer a su amo.
Hasta que conoció a su nuevo jefe.
Román.
Culturista profesional. Psicólogo deportivo.
Fuerte, maduro, alto, guapo, firme, exigente.
Y con horas extra en su mazmorra.
Y luego, en su cama.