About the Book
De pronto, llegó una influenza detectada por primera vez en Oriente, pero los vaticinios de la Organización Mundial de la Salud y de los gobiernos erraron grandemente - ¿o callaron? - .A pesar de los pronósticos, los sintomas iban mas allá de una simple gripe y pronto empezó a doblegar a una gran nación como China y al igual que una cascada con efecto dominó empezó a regarse por el entero planeta, de Oriente a Occidente, condenando a todos a un confinamiento en casa, al cese total de actividades laborales, educativas y personales, y a una muy probable y creciente recesión económica.Inicialmente llamado 2019-nCoV, después SARS-CoV-2 y finalmente Covid-19, Coronavirus de Wuhan o simplemente Coronavirus.Empezaron a multiplicarse los contagios y a anunciarse muchas muertes, era cada vez más latente el expandirse del "bicho", un virus con corona que reinaba soberano sobre la libertad y el destino de los humanos!Era un enemigo invisible, insensible e implacable Las unidades de cuidados intensivos en los países desarrollados empezaron a colapsar, los médicos y el personal de salud cual soldados atrincherados, convirtieron en su casa a los hospitales y empezaron a librar una gran batalla para derrotar al bicho, fueron los verdaderos héroes sin capa de esa inusitada situación, muchos se dejaron la propia piel y cayeron víctimas ante la falta de protección y quizás el ausentismo de los gobiernos, la cifra de muertos siguió creciendo y se llegó al punto de declarar oficialmente una pandemia mundial.El confinamiento nos cambió la vida a todos, en todos los sentidos y en todas las áreas, los días se volvieron interminables, muchos perdieron a sus familiares, algunos en casa, otros aislados en hospitales, fue un adiós sin despedidas, sin tiempos para reflexionar, con la impotencia de no volverlos a ver y limitarnos solo a llorar.Las noticias eran una avalancha de contagios, muertes, sufrimiento y dolor; la impotencia crecía, los muertos aumentaban, colapsó el sistema funerario, los cadáveres abarrotaban las salas mortuorias, las iglesias; los crematorios no daban abasto, los militares debieron salir en auxilio de la población a trasladar enfermos, cadáveres, improvisar hospitales, higienizar espacios comunes; los países cerraron fronteras y así cada nación quedó a su propia merced intentando capear la emergencia sanitaria, económica y social.Todos empezaron a enfrentar a propio modo lo que ocurría, algunos disfrutaban su casa, sus quehaceres o su familia, otros en cambio, empezaron a leer, a informarse, a quitarse la venda, a sacar deducciones reales, a ser receptivos y captar entre lineas señales, rompieron la barrera del miedo, del conformismo, de las explicaciones que engullimos a cucharadas a través de los medios de comunicación, que te dicen que las cosas son en cierta forma, cuando quizás no lo son.Las dudas empezaron a rechinar por dentro, tocaba apartar la mirada de los lamentos, del miedo, de lo que todos creían saber sobre el virus y preguntarse si realmente todo tenía su origen en una simple sopa de murciélago o si había alguien capaz de hacer enfermar tu cuerpo y reducir a la humanidad, tenemos el derecho y el poder de saber, de vivir la vida como queremos y no como otros quieren que la vivamos, si esas palabras resuenan en tu ser, es hora de conectar y de mirar a través de la información, esa información tan obvia que tenemos debajo de la nariz y al alcance de nuestras manos pero que nunca descubrimos simplemente por desinterés o conformismo general.Una vez que empiezas a leer con objetividad, a investigar, a intercambiar criterios y opiniones con los demás, cuando ves que no eres el único que está buscando esa realidad, se abre un abanico de explicaciones y posibilidades; a encontrar información; a ver lo que antes no era evidente, muchos virus son estudiados y modificados.¿Por quién? ¿Con qué fines? ¿Tenían algo que ver el control poblacional o la economía global