El poemario en sus manos no solamente es un elogio a nuestro insigne escritor y a la delicia del gourmet que exportamos al mundo, sino la mejor elegía para todos los argentinos.Coincidirá conmigo que el manejo del lenguaje es una obra maestra donde ha quedado inserto nuestro Borges así como nuestros alfajores. También es magistral el hilo conductor de las muy logradas metáforas. Y para quien desee verdaderamente escribir poesía, el presente libro muestra en forma profusa no solamente excepcionales figuras del lenguaje, sino también originales tropos, giros de la imaginación poética: los dos pilares para construir un auténtico verso.Tiene muchas virtudes el libro en sus manos y la mayor es el homenaje que hace Gerardo Brauer a todo un país para sus baluartes literarios y gastronómicos. A su vez, nos lega una composición poética dedicada a otros poetas que el lector sabrá descubrir sus nombres en la magistral forma de insertarlos en los versos del autor. Se han escrito muchos poemas al maestro, pero el mejor estará pronto a leerlo. De seguro es una alusión a Jorge Luis Borges, maestro de todos nosotros no solamente para el arte de la composición literaria, sino para la forma de pensar el mundo.Cada verso es un universo contenido en el poemario en sus manos y no requiere de la estrofa y, a su vez, la estrofa no necesita del poema en su conjunto para irradiar una fuerza expresiva propia. El conjunto del poemario es una obra magistral de composición donde los espacios deben interpretarse con su correspondiente cesura reflexiva. He leído mucha poesía, pero no es sino hasta que el autor del presente libro se insertó en mi impresionabilidad, que considero ilimitado el poder sugestivo de un simple verso. Ya podemos imaginar, usted y yo lector, cada verso con sublimes imágenes que nos avoca una introspección para gozarlas en lo más profundo de nuestra alma. Mi tío conoció a Jorge Luis Borges y a algunos de los individuos que le rodearon tanto en su entorno literario como personal. No cualquiera puede jactarse de haber cruzado palabras con él. El hombre de la memoria, así le decía por su capacidad de recordarlo todo. Pero más bien, tal como me dijo mi tío, la virtud es recordar sólo lo que a uno le interesa y nada más. Así, mi tío hacía gala también de una prodigiosa memoria, porque hablaba recordando únicamente lo trascendente para su vida. Yo le preguntaba en ocasiones acerca de sus encuentros, y estoy plenamente seguro que en el más allá ha quedado muy complacido del presente homenaje. No hay nada mejor para recordar a un poeta y escritor, que al magnificarlo en el ingenio literario tal como el autor nos entrega en una obra magistral que pronto usted disfrutará y tal vez, como a mí, lo regrese a la lectura de la poesía, ya que como yo, muchos hemos perdido el deseo, no de leer poesía, sino de lo que pretenden vendernos las editoriales como poesía. Leo Grimaldi.