Son los juguetes para unos, los mejores compañeros para otros y un estorbo para los menos. Formando parte del hogar de los humanos desde hace milenios, las diferentes mascotas que viven junto a nosotros son casi -sólo les falta un poco solamente- un miembro más de nuestras familias. Pacientes, resignadas, afectuosas e inmutables ante nuestros cambios de humor y rarezas, estos animales nos demuestran la gran superioridad que poseen con respecto a la pretenciosa raza humana. Capaces de vivir con la misma alegría junto a un pobre, un rico, un enfermo, un niño o un anciano, no necesitan nada más en la vida que cariño, comida y, en ocasiones, un poco de compañía. Por ello, si estamos pensando llevar una mascota a nuestro hogar hemos de concienciarnos sobre la gran responsabilidad que adquirimos con ello. No olvidemos que se trata de un ser vivo y sujeto, por tanto, casi a las mismas necesidades y problemas que los humanos, y que a partir del momento en que nos hacemos cargo de él, ha de tener los mismos cuidados que el resto de los miembros de la familia. En especial, nosotros no le aconsejamos nunca regalar una mascota a un niño en el día de su cumpleaños o en Navidad. Esto le puede hacer creer que se trata de otro juguete, pero al contrario que un juguete, no se puede olvidar de él depositándolo en cualquier estantería de su dormitorio hasta que siente deseos de volver a jugar con su regalo. ¿Qué niño no se vuelve loco de alegría ante la idea de tener un cachorro? En estos casos ha de prevalecer la sensatez de los mayores y, sobre todo, ser conscientes de que hemos de ser nosotros, y no el niño, los que tendremos que hacer la mayor parte del trabajo. Es inútil, por mucho que queramos responsabilizar a un niño, que sea él quien se encargue del cuidado total del animal, mucho menos si el niño es muy pequeño. Esto es especialmente importante a tener en cuenta si la mascota es un perrito al que hay que sacar a la calle al menos una vez al día.Igualmente desaconsejable es regalársela a una persona mayor porque esté sola y, a nuestro juicio, lo que necesita es compañía. Nuestro propósito puede ser bueno, pero estos regalos improvisados nunca se deben realizar y debemos contar siempre con la aprobación de quien va a recibir al animal. No solamente debemos asegurarnos que lo acepta de buen grado, sino que ni uno ni otro puedan verse perjudicados por tener que vivir juntos. Si un anciano no puede cuidar a un perro, obviamente el perro tampoco es adecuado para cuidar a un anciano. A veces no se trata de una carencia de afecto, ni una dejadez en su deseo de cuidar a la mascota, sino que es su propia debilidad física lo que les obliga a estar solamente pendientes de sí mismos, no disponiendo de más energía para cuidar de nadie más.No obstante, y si después de estos y otros muchos razonamientos que le hagan decide llevar un animal a su casa, le felicitamos por ello, no solamente por su humanidad sino por los muchos beneficios morales que recibirá con su compañía. Le pedimos especialmente que no desprecien a los animales feos, ni tampoco a los que tengan algún defecto físico. Todos son dignos de estar con nosotros y cualquiera de ellos nos puede hacer feliz. Si en verdad ama a los animales y no es solamente una frase con la cual queremos ganar simpatía, deberá tratar de hacerles felices, no buscando una posición egoísta exigiendo todo de ellos sin dar apenas nada a cambio.Recuerde: antes de comprar una mascota busque por los alrededores de su casa algún animal hambriento, solitario o enfermo, al que los desaprensivos y malvados le hayan maltratado repetidas veces; esa será, con seguridad, su mejor mascota.