About the Book
La tradición filosófica acerca del concepto de amor, o bien nos ha presentado visiones particulares sobre el tema, o bien detallados compendios sobre su desarrollo conceptual. En este bellísimo ensayo, Emanuel Maroco, filósofo portugués hondamente influenciado por las oposiciones trágicas unamunianas, partiendo de la poética de Ovidio - concretamente de su obra Las metamorfosis -, así como de su vida personal, enraizada en la cultura occidental, que lee e interpreta a partir de elementos dicotómicos, en cuanto reflejo de lo propiamente humano, nos presenta una honda reflexión sobre dicho concepto, cimentada sobre la tradición hermenéutica occidental tanto de carácter filosófico como literario. Estamos, pues, ante una reflexión holista, histórica y existencial del concepto, así como personal y autobiográfica, que el autor nos presenta del siguiente modo.
La tradición católica, influenciada por el espíritu de la gnose y por san Agustín, sobre todo por su desordenada vida juvenil, no ha tenido en cuenta la dimensión material del amor, es decir, el cuerpo, ubicando en el centro de su misión evangélica el amor espiritual, cuyas características principales son el altruismo, la generosidad y la acogida. Para esta tradición, por tanto, el amor humano es siempre sinónimo de una espiritualidad dentro de la cual se unen dos almas gemelas.
Por el contrario, el mundo contemporáneo, influenciado por Nietzsche y Freud, y por el materialismo que irrumpió en las primeras décadas del siglo XX, desprendiéndose del mundo espiritual cristiano, vio en el cuerpo, en la materialidad, en el mundo, es decir, en la carne, el Norte de todos sus anhelos y sentires, concibiendo el amor como algo intrínsecamente egoísta y preso de las necesidades del yo. Para este mundo, el amor, desarrollándose dentro del reino de la materialidad, se refiere siempre a la comunión de los cuerpos y al imperio de los sentidos.
Encarcelados en esta encrucijada existencial, donde materia y espíritu, cuerpo y alma, placer y deber, sexo y cariño, se oponen radicalmente entre sí, una cuestión se impone: ¿Será el amor, el verdadero, se entiende, algo divino o mundano? Ante la cuestión, la perturbadora respuesta: las dos cosas en oposición, lucha y conflicto. Es que, queriendo ser como ángeles, divinos, por tanto, amando en pura contemplación de almas, no podemos dejar de ser humanos, demasiado humanos, en el decir de Nietzsche, terminado por caer en las tentaciones que el cuerpo ejerce.