Aguaviva es cual manantial de cristalina agua que se esparce a través de nuestro Planeta Azul, sin obviar nada de lo que coadyuva a su supervivencia. De forma amena, el autor nos lleva, desde el Big Bang y la formación de un espermatozoide, a través del decurso de la historia de nuestra Tierra, desde las remotas eras geológicas, la evolución de las especies, la aparición del Homo sapiens, el desarrollo de las sociedades con sus mitos y ritos hasta la sociedad actual con todo su egotismo. Esta dura realidad no solo está latente, sino también latiente a través de toda la obra, que el autor refleja con las siguientes palabras: "La risa comprometida de una niñez que no tenga ya nada que conocer que no sean fábricas y granjas". Asimismo, el autor propone una nueva gnoseología con un sistema de análisis novedoso donde "el nombrar y ordenar" es un principio binario de realización humana que le permite conocer lo que somos como seres que se significan y que llena los huecos respecto a cómo es que el hombre hizo que evolucionara su forma de crear el conocimiento. Este análisis rompe el paradigma del origen del conocimiento y sus limitaciones temporales, para darle un sentido histórico y evolutivo al ser que se significa y que somos nosotros. Díaz Casillas nos muestra la preocupación del hombre primitivo por resarcirle a la naturaleza lo que de ella tomaba; en franco contraste con el hombre de nuestros tiempos que se ha convertido en un depredador por antonomasia. También nos alerta, con fehacientes ejemplos, contra los falsos profetas -salvadores de los pueblos- que han devenido opresores del cuerpo y del alma de los pueblos que han tenido o tienen la desdicha de padecerlos. La obra también está salpicada con relatos de nuestra sociedad, de la gente común -y no tan común- que mantienen el interés del lector a lo largo de la misma.
About the Author: José Antonio Díaz Casillas, nacido en la Ciudad de México, abrevó del colegio Tepeyac, la disciplina; de la Universidad Metropolitana Xochimilco, la metodología para pensar y ser irreverente universal como Licenciado en Comunicación; del Politécnico, tres diplomados; de la UNAM, el interés por ir contra lo establecido y dos diplomados a través del GDF... todos ellos imprescindibles para administrar y recrear un orden institucional y directivo o prácticos -como el de la informática-, pero todos excelentes para crear el hombre ordenado y ordenador. Y eso lo convenció de que lo de él era ser un desordenado para poder rehacerse en un orden nuevo; que es irreverente como principio y que debería superar, ganando su libertad en las letras: instrumentos divinos puestos en las manos del hombre al significarse para entender todo lo que no quiere ser ni hacer. De la cultura mexicana obtuvo un ansia primordial de infinito; de su formación occidental, una búsqueda integral por lo racional; de su razón, una búsqueda fundamental por todas las artes, las ciencias y las disciplinas de lo humano y sus fantasías; y de su secuestro y haber estado enterrado vivo, la inquietud por aprovechar, hasta el último respiro, la oportunidad de sobrevivir para dar al darse a conocer y cuestionar.