Resulta que cuando ves que todo se desvanece ante ti y que no puedes hacer nada por continuar posponiendo lo inevitable, de repente un haz de luz te azota el entendimiento, provocándote esa sensación inconfundible de que todo irá bien, a la vez que te proporciona esa confianza en ti mismo que suele ser suficiente para que tomes el debido impulso y vayas más allá de ti mismo a pesar de tus temores, tanto los infundados como esos que poseen cierto fundamento. Además, como si obedecieras a un reflejo incondicionado, accionas esa palanca orgánica que lo pone todo en marcha, tanto a tu maquinaria biológica como a la de ese ente no biológico llamado creatividad que se nutre exclusivamente de tus recuerdos del futuro. Quizás os preguntéis ¿Cómo recordar lo que ni tan siquiera ha sucedido? Y a esa pregunta, lo mismo que usted, soy incapaz de dar respuesta; pero, en lo que a mí respecta el futuro nace de la experimentación, o sea, el futuro no viene de ninguna parte, porque el futuro lo elaboran nuestras acciones activas en el presente. La actuación concreta es la única acción capaz de sacar la posibilidad a la realidad. Aun así, uno no puede evitar que a la hora de la verdad sus apreciaciones subjetivas le traicionen, ni que las dudas abandonen tranquilamente las penumbras mentales para comenzar a incordiar con sus inseparables "es que esto", "y si lo otro"; imponiéndonos un toque de queda auto-represivo. Pero podemos escapar de su férreo control, y esto solo es posible si damos el primero de una serie de osados pasos sobre el fértil terreno de la creatividad, aunque continuamente constatemos que en sus senderos proliferan de igual manera el misterio y la incertidumbre. Eso que me estimuló a embarcarme en este periplo creativo dentro del universo de la creatividad en sí, es algo tan expeditivo como el primer sorbo de vida que tomé del seno de mi madre, o sea, a nadie pedí permiso para poner la proa de mi barca existencial mar adentro, izar sus velas y lanzarme a ciegas hacia las profundas oscuridades donde reside la verdad y, hoy que doy por terminado este viaje que me llevó a dejaros en vuestro puerto este libro, os confieso que fue de la misma envergadura de un enigma en un misterio, ya que las ganas de hacer lo distinto de lo que supongo hicieron conmigo fueron inmensamente superiores al conjunto de maniobras que realicé en contra de mí mismo. Quizás a las ganas que siempre tuve de superarme le deba que, en el proceso, perdiera las ganas de ganarle a los demás y progresivamente me fui convirtiendo en ese que ni tan siquiera imaginaba podría llegar a ser. Lo cierto es que ahora lo puedo decir con claridad: valió la pena invertir hasta el último segundo que me trajo a este momento en que pongo el punto final a este punto parcial en que se encuentra este manifiesto y por así decirlo: soy consciente de mi potencial para obrar en conformidad a mis cualidades, hoy por vez primera sé que soy capaz de alzarme hasta ese punto culminante donde mi existencia sólo se nutra de sí misma, ya que me he empoderado de mi futuro siendo influenciado exclusivamente por mí mismo. Espero haber atraído vuestra atención, pero si no fue así, tampoco es tan grave; al menos si vuestra mirada se posó sobre la flor de mi mensaje, en cierta forma, lo ha polinizado después de todo.